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Abu Hurairah Ad Dusi

Abu Hurairah Ad Dusi

"Abu Huraira memorizó y conservó más de mil seiscientas hadices del Mensajero de Alá"

En la Yahilía (*) época preislámica, Abu Huraira era llamado "Abd al- Shams" (Siervo del sol). Cuando Alá agració a Abu Huraira con el Islam, el Profeta  (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) le dijo: ¿Cuál es tu nombre?

Abu Huraira respondió: Abd  al-Shams.

El Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) contestó: Te llamaremos Abdurrahmán (Siervo del Dios)

Su sobrenombre fue  "Abu Huraira"

Abrazó el Islam a través de At Tufail Ibn Amro Ad Dausi. Permaneció en las tierras de su pueblo hasta pasados seis años de la Hégira (Emigración del Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) desde Makka a Medina). En ese momento, llegó a la capital del Islam (Medina) con una delegación de "Daus", su pueblo; con el objeto de visitar al  Mensajero de Alá.

El joven Abu Huraira se dedicó de lleno al servicio y compania del Profeta  (que la paz y la misericordia de Alá sean con él). Mientras vivió el Mensajero, se instaló en la mezquita, pues  no tenía esposa e hijos que atender, tomando al Profeta como maestro y guía.

Abu Huraira solo tenía a su madre, muy anciana, la que se había mantenido en la idolatría. Constantemente la invitaba al Islam; pero la anciana se mantenía rechazando y rehuyendo el mensaje de la Verdad. 

Cierto día, Abu Huraira trató, una vez más, de convencer a su madre de aceptar el Islam como forma de vida; sin embargo, la anciana lo rechazó, incluso injurió al Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) . Esto causó mucha pena a  Abu Huraira.

Fue así que el Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) lo encontró llorando.

¿Qué te hace llorar Abu Huraira?.

Respondió: siempre invito a mi madre para que adopte el Islam como religión; pero hoy, además te ha injuriado  ¡Oh Mensajero de Alá! ¡Ruega a Alá que acerque el corazón de mi madre al Islam!

El Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) rogó a Alá por la madre de Abu Huraira

Luego de esto, el mismo Abu Huraira relataba:"Fui a mi casa y encontré la puerta cerrada. A través de ella, escuché el murmullo del agua corriendo, cuando intenté entrar, mi madre dijo: Aguarda Abu Huraira."

 "Al entrar, mi madre me recibió diciéndome: Atestiguo que no hay más dios que Alá y que Muhammad es Su siervo y Mensajero..."

 "Volví ante el  Mensajero de Alá, llorando de alegría, le dije: ¡Buenas nuevas Mensajero (que la paz y la misericordia de Alá sean con él)! ¡Alá ha escuchado tu ruego y ha guiado a mi madre hacia el Islam!

Abu Huraira amaba al Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él), constantemente lo observaba y decía: "Nunca vi un ser humano más radiante que el Mensajero de Alá (que la paz y la misericordia de Alá sean con él). A veces, parece que el mismo sol brillare en su rostro."

Constantemente agradecía y alababa a Alá, el Todopoderoso, por permitirle acompañar a Su Profeta y seguir su religión.

Solía decir:


     ¡Alabado sea Alá, Quien guió a Abu Huraira al Islam!
     ¡Alabado sea Alá, Quien enseñó a Abu Huraira el Corán!
     ¡Alabado sea Alá, Quien agració a Abu Huraira con la compañía de Muhammad (que la paz y la misericordia de Alá sean con él)!

Así como brillaba el rostro del Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él), Abu Huraira también brilló en las ciencias islámicas y se destacó por su sabiduría. El saber era lo que él más deseaba.

Zaid Ibn Zábit dijo:"Estábamos junto a Abu Huraira rogando y alabando a Alá en la Mezquita, con un  amigo, apareció de pronto el Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él); se dirigió a nosotros y  nos  dijo: Volved a lo que hacíais."

"Comenzamos con mi compañero a rogar a Alá antes que Abu Huraira lo haga. El Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) exclamaba 'Amén' al final de cada ruego. Cuando le llegó el turno a Abu Huraira, hizo el siguiente ruego:

¡Oh Alá! ¡Te pido lo mismo que te pidieron mis dos hermanos! ¡! Y también te pido me concedas un conocimiento que no se olvide... El Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) dijo: Amén. Nosotros dijimos: ¡Nosotros también pedimos a Alá un conocimiento que no se olvide! Sin embargo, el Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) dijo: Se os adelantó el joven de Daus".

Con la misma fuerza que Abu Huraira deseaba tener conocimiento, también lo deseaba para los demás...

Esto lo demuestra  la siguiente anécdota: Abu Huraira pasaba cierto día por el mercado de Medina y se molestó al ver cuánto se preocupaba la gente por las cosas mundanales. ¡Con qué dedicación se entregaban a la compraventa y a tomar o entregar las mercaderías! Se detuvo y les dijo: ¡Qué inútiles sois, gente de Medina!

La gente preguntó: ¿Qué te hace pensar eso, Abu Huraira?

Les dijo: ¡La herencia del Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) se está repartiendo y Uds. están aquí en el mercado...! ¿No van a ir a recibir su parte?

Ellos preguntaron: ¿Y dónde está lo que dices, Abu Huraira?

Les dijo: En la Mezquita.

Se dirigieron a toda prisa hacia la mezquita del Profeta. Abu Huraira los aguardó en el mercado. Cuando volvieron y lo vieron allí, dijeron: ¡Oh Abu Huraira! ¡Fuimos a la mezquita y no vimos que allí se esté repartiendo nada!

Les dijo: ¿Es que no vieron a nadie en la mezquita?

Respondieron: Si, claro que sí... vimos algunas personas orando, a otros recitando el Sagrado Corán y vimos a otros estudiando lo que Alá permitió y lo que Alá prohibió...

Les dijo: ¡Guay de ustedes! ¡Ésa es la herencia del Profeta Muhammad (que la paz y la misericordia de Alá sean con él)!

Abu Huraira padeció como nadie, por su entrega al estudio, a la ciencia y al aprendizaje de las palabras del Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) en todo momento.

El mismo  relataba: "A veces tenía tanta hambre que preguntaba a los sahaba por alguna aleya del Corán, aún sabiéndola, sólo para ser  invitado  a sus casas a comer..."

"En una ocasión estaba tan hambriento, que tuve que amarrarme una piedra al estómago y me senté en el camino de los sahaba. Abu Bakr pasó por allí y le pregunté por una aleya del Corán, lo hice premeditadamente, para ser invitado, pero no lo hizo.

Luego pasó Omar e hice lo mismo; pero él tampoco me invitó."

"Finalmente pasó el Mensajero de Alá y me vio. Supo del hambre que  tenía y dijo: ¡Ven Abu Huraira!"

Lo seguí hasta su casa, entré con él,  encontró un vasija con leche, entonces preguntó a su familia: ¿De dónde conseguisteis esto? Su familia respondió: Lo mandó alguien para ti.

El Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) dijo: "Dirígete Abu Huraira, hasta la gente del patio (**) y convídales". Me apené por ello, luego pensé: ¿Cuánto los saciará este pequeño pote de leche? Me tenté  de beber un poco primero, para ganar fuerzas, y luego ir a llamarlos.

Sin embargo, fui a la gente del patio (**) y los invité.

Cuando llegaron, el Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) dijo: Toma Abu Huraira, dales de beber. Les fui dando de beber hasta que, milagrosamente, bebieron todos. Luego acerqué la vasija hacia el Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él). Él levantó su rostro y me dijo sonriente: Quedamos tú y yo. "

"Respondí: Es verdad Mensajero de Alá."

"Me dijo: ¡Bebe!. Y yo bebí un sorbo. Luego me dijo nuevamente: ¡Bebe! Bebí otro sorbo. Siguió así hasta que no pude más y dije: ¡Por Quién te envió con la verdad! No puedo beber más. luego tomó el recipiente y bebió del resto..."

No pasó mucho tiempo desde aquello hasta que las riquezas de la tierra empezaron a llegar a Medina y los musulmanes empezaron a gozar de los resultados de sus victorias. Abu Huraira pasó a tener fortuna, casa y bienes. También se casó y tuvo hijos. Sin embargo; todo esto no cambió su alma, buena y generosa, para nada. Tampoco olvidó sus días de necesidad, constantemente solía decir: "Me crié huérfano, emigré pobre y trabajaba como jornalero con Busra bint Ghazuán por comida. Solía servir a la gente cuando acampaban; y solía guiar a sus animales cuando montaban. Y Alá me agració con Busra, a la cual yo servía..."

"Alabado sea Alá que hizo del Islam la medida y la base de todo y que hizo de Abu Huraira una autoridad”.

Abu Huraira fue varias veces Gobernador de Medina (***) en nombre de Mu'auia Ibn Abi Sufián. Este cargo tan alto no cambió en nada la bondad ni la tolerancia de Abu Huraira.

Reunía muchas virtudes, era sabio y  tolerante; temorso de Alá y piadoso. Solía ayunar durante el día y pasar un tercio de la noche orando; despertaba a su esposa para pasar el segundo tercio de la noche en oración y ella, despertaba a su hija para que pasase el último tercio de la noche orando... Así lograban que la adoración y la alabanza a Alá, permaneciera toda la noche en su hogar.

Abu Huraira tenía una esclava negra; una vez ésta, lo trató en forma irrespetuosa, haciéndolo también con su familia. Esto lo irritó, al límite de quiere azotarla, pero se detuvo y dijo: "Si no fuese por el ajuste de cuentas el Día del Juicio te haría retorcer de dolor. Será mejor que te venda a quien me pagará lo que vales, pues lo necesito de verdad... Sí... vete; eres libre por Alá el Todopoderoso".

Cierta vez, Maruán Ibn Al Hakam envió cien dinares de oro a Abu Huraira, al día siguiente de habérselos entregado, le comunicó: "El mensajero se equivocó al entregarte cien dinares; yo no los enviaba para ti, sino para otra persona". Abu Huraira se entristeció y se hizo evidente en su rostro; luego dijo: "los he donado en la causa de Alá y no duraron ni un día conmigo. Cuando me envíen mi salario, puedes tomarlos de él”.

En realidad, Maruán había hecho aquello para probar a su subordinado Abu Huraira y comprobó que lo dicho por él era correcto.

Abu Huraira pasó toda su vida dando buen trato y cariño a su madre. Cada vez que salía de la casa, se detenía junto a su puerta y decía: "La paz sea contigo madre, junto con la gracia y las bendiciones de Alá"

Su madre respondía: "Que la paz, la gracia y las bendiciones de Alá, también sean contigo".

El respondía: "Que Alá tenga piedad de ti, así como me criaste de pequeño".

Su madre le decía luego:"Y que Alá se apiade de ti también, por el buen trato que me diste de grande".

Esto lo repetía, al volver a su casa. Cuando Abu Huraira enfermó gravemente, a punto de ser inevitable su muerte, lloró desconsoladamente; le dijeron: ¿Qué es lo que te hace llorar Abu Huraira?

Dijo:”No creáis que lloro por este mundo que dejo...""Lloro por lo largo del viaje y lo poco de las provisiones..." "Estoy al final de un camino que me llevará al Infierno o al Paraíso"

Maruán Ibn Al Hakam lo visitó y le oyó decir: "¡Oh Alá! Ciertamente me complace encontrarme contigo. Espero que a ti también te complazca encontrarme. Señor, apresura el encuentro”.

Abu Huraira falleció el año 58 de la Hégira, en la ciudad de Medina
¡Que Alá bendiga a Abu Huraira!

(*) Yahilía: Este término se refiere a la época pre-islámica de los árabes. Significa, época de ignorancia.

(**) La gente del patio: Eran los huéspedes de Alá. Musulmanes pobres sin familias. Solían estar sentados en el patio de la mezquita o Masyid del Profeta (que la paz y la misericordia de Alá sean con él) de allí el nombre.

(***) El Califa Mu'auia nombró a Abu Huraira gobernador de Medina.

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